La vida de Malinche puede ser más que sólo la narración de los hechos que vivió y superó. Si la miramos con detenimiento pasa por etapas y circunstancias que se vuelven pruebas, cruces de caminos y momentos límite que van forjando su carácter mientras asume con entereza y valentía lo que está viviendo.
La realidad y el sentimiento indígena frente a la conversión impuesta quedó plasmada en la respuesta de los sacerdotes principales (indígenas) frente a los 12 franciscanos que llegaron a Tenochtitlán en 1524. El documento, que lleva por nombre “Coloquio”, recoge su indignación y dolor, así como su sabiduría. Lo escribió en español y en náhuatl Bernardino de Sahagún. Los hechos y narraciones son el legado del dolor y la inteligencia de los dirigentes espirituales del México antiguo.
Hombre de luces y sombras: Hernán brillante y capitán intempestivo, alma de muchos pecados, estratega incansable y valiente hasta el final. Inteligente y astuto, entregado a Dios, al rey y al poder por igual; carnal y religioso; arrebata- do y de instintos contrastantes. Lo alcanzaría tarde o temprano su humanidad.
Una de las fuentes más valiosas que narra los hechos con mayor detalle de esta batalla y el mundo indígena prehispánico es el Códice Florentino, escrito por el incansable Bernardino de Sahagún junto con los indígenas conversos y letrados que fueron sus alumnos y ayudantes, mismos que con todo respeto invitaron a los ancianos mexicas que habían sido testigos de ese tiempo, para que les compartieran la historia de esos días.
Cortés tenía más conflictos con los españoles que con los mismos indígenas, las diferencias sembradas entre ellos, la ambición y hambre de poder se convirtió en la semilla que terminaría con los sueños de Hernán Cortés.
A través de la matanza de Cholula, el mensaje de Hernán Cortés estaba enviado a todos los mexicas y sus aliados, la paz que ofrecía era condicionada: el capitán que venía en nombre de un “nuevo dios” que “no quería sacrificios humanos”, estaba dispuesto a matar sin piedad cualquier deslealtad.
En el nombre de Malinche está toda la travesía de su vida: fue nombrada Marina por los españoles y después Malintzin por los indígenas que la honraban.
La vida de Carlota de Bélgica, emperatriz de México, es tan fascinante como dolorosa; en su espejo podemos entender no sólo parte de la política y sociedad de nuestro país, sino el corazón de una mujer que lo que quería era servir y darle un sentido a su vida.
El fenómeno, realidad y profundidad de la existencia de la Virgen de Guadalupe en la vida de los mexicanos, todavía nombrada Tonanztin hasta nuestros días, es muy poderoso y trascendente para comprendernos. Fue símbolo y refugio de los indígenas al ver perdidos a sus dioses y costumbres, les habló en códice, provocó consuelo y entendimiento. Pero después los criollos del siglo xviii la tomarán como parte de su diferenciación del mundo, será símbolo de la grandeza de su México: “Una virgen, la morena del Tepeyac, los había elegido para hacer su santuario”.
Son dos criollos ilustrados principalmente los que construyen un pasado indígena para la Nueva España, el franciscano fray Juan de Torquemada y don Femando de Alva Ixtlixóchitl, descendiente de Nezahualcóyotl y de los reyes de Texcoco. Ambos aportan sentido a las crónicas anteriores.
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